sábado, 19 de junio de 2010

Amores Tóxicos

Algunas personas tienen gente que las rodean y que hasta llegan a querer mucho, que les pueden complicar la vida, ya sea como pareja, en casa, en la oficina, en su grupo de amigos, y en cualquier lugar donde se relacionan.




Esto suele sucederles a las personas débiles de carácter e inseguras, que no se animan a comprometerse con lo que quieren, que ceden ante la crítica y tienen poca tolerancia a la frustración.



Todos conocemos a manipuladores que están empeñados en que se haga lo que ellos quieren, a psicópatas intratables que los pueden sacar de las casillas, a gente autoritaria que se lo pasa dando órdenes, a envidiosos a quienes les molesta enterarse de los logros de los demás y a chismosos que no les pierden pisada y que se complace en enterarse y diseminar las desdichas ajenas.



Experiencias de este tipo, con esta clase de gente son inevitables y muchas veces algunas de estas características incluso las pueden tener los novios o los maridos.



Es cierto que si se hace una minuciosa selección de las relaciones que nos circundan, es probable que nos quedemos solos, ya que tarde o temprano comienzan a aparecer alguno de estos rasgos u otros más o menos negativos en casi todas las personas, incluso en nosotros mismos, de manera que lo mejor es enfrentarlos y aprender a lidiar con ellos.



Algunas personas son muy negativas y parecen reducir nuestras energías y nos pueden deprimir con su sola presencia.

En esos casos, es importante evitar que esa persona logre tener poder sobre nosotros no prestando atención a sus intenciones de modificar nuestros planes, porque no podemos atribuir nuestros fracasos a esas influencias, ya que en última instancia tenemos los recursos para liberarnos de cualquier atadura y bloqueo y el poder de atrevernos a ser nosotros mismos.



Lo mejor sería alejarse elegantemente de la mala onda, sin ofender susceptibilidades y sin dañar, simplemente ejerciendo el derecho de ser libres para apartar a quienes nos molestan, pero no siempre esta situación ideal está a nuestro alcance, teniendo en cuenta que pueden haberse creado vínculos importantes difíciles de romper.



Las motivaciones para relacionarse con alguien de estas características, afectivamente, son muchas, porque de alguna forma pueden estar satisfaciendo alguna necesidad básica importante. Por otro lado, se tiende a idealizar a la persona que se ama aunque no haga más que criticar, rebajar y despreciar todo lo que hace su pareja.



Este modo de relación no siempre se hace abiertamente sino en forma solapada empleando técnicas encubiertas, que indirectamente van minando lentamente las defensas de las víctimas que terminan convenciéndose de que no sirven para nada.



Es importante tener suficiente fortaleza como para hacer oídos sordos a los comentarios derrotistas de aquellos que no pueden soportar que los demás tengan éxito, mientras ellos se mantienen sumergidos en la mediocridad.



La independencia mental y la convicción firme son las mejores herramientas que existen para desmoralizar al detractor más entusiasta. Se puede negociar con él, pero nunca transar y renunciar a ser quien uno es.



Estos seres hacen sentir culpables a sus parejas cuando los perciben entusiasmadas con alguna iniciativa propia. La culpa es una fuerza negativa que es muy difícil de manejar, porque la gente tiende a sentirse culpable cuando es feliz, principalmente cuando ha sido condicionado desde niño a esperar de la vida nada más que sufrimiento.



Pero el cambio de manera de pensar es posible, porque la realidad es que cada uno hace lo mejor que puede en cada momento de su existencia y la vida es una oportunidad para lograr la meta de todas las metas, que es ser feliz, porque solamente el que es feliz puede hacer felices a los demás.



Tenemos necesidades básicas que satisfacer para no sentirnos culpables; necesidades físicas, emocionales, intelectuales, vocacionales y espirituales.



Cuando estas áreas no se pueden desarrollar sentimos culpa y estamos expuestos a la manipulación y a las demandas de los demás.



El otro es otro y también es libre de ser como quiere ser. Lo mejor será negociar con él y no permitirle intervenir en nuestra vida con su opinión ni tampoco con su apoyo, porque no lo necesitamos para ser lo que somos.



Lo que desarma definitivamente las intenciones de sabotear las iniciativas de los demás es la convicción firme.



Una pareja puede mantenerse unida mucho tiempo y aún ser feliz, porque nadie es perfecto, pero sólo cuando los dos no renuncian a continuar creciendo como personas independientes, prestando atención solamente a la propia voz interior.



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