martes, 8 de junio de 2010

Un buen divorcio se prepara... antes de casarte

El rincón de Carlos Salas




18 de marzo de 2010, 11h39

Un buen divorcio se prepara... antes de casarte



Por Carlos Salas





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Bienvenidos al matrimonio. Se comparte el lecho, la comida, el tiempo, la diversión y los hijos. Pero ¿y el dinero? ¿Hay que tener las cuentas juntas o separadas? ¿Acordar ciertas cosas antes de pasar por la vicaría? He aquí algunos consejos para no pasarse el día -o la vida- peleando.

1.- ¿Bienes separados?

En Cataluña, cuando dos personas contraen matrimonio, la ley entiende que es con separación de bienes. Esto quiere decir que lo que cada uno adquiera una vez sellada la alianza, es para cada uno aunque esa alianza se rompa. Este sistema es una ventaja sobre todo en las separaciones y divorcios porque facilita los trámites.



Pero es muy duro pensar en la separación cuando uno se está casando. En cualquier caso, hay que saber que en todas las comunidades lo que se posea antes del matrimonio son bienes de cada uno y en caso de separación, cada miembro se lleva su piso o su reloj, siempre que esté adquirido antes del "sí quiero". Cuando son bienes gananciales (ganados durante el matrimonio) significa que todo lo que entra (desde coches a pisos) es de los dos.



2.- Todo al bote

Antes de casarse, ¿sabe la pareja cuál es su patrimonio? Eso incluye propiedades, ingresos, joyas, libros, cámaras, en fin, todo eso que en mundo occidental se llama propiedad privada. A veces, hay diferencias abismales. Lo importante es saber lo que aporta cada uno y cómo se va a administrar todo eso. Muchas peleas se evitan cuando las cosas se ponen sobre la mesa al principio, y cada uno expone lo que tiene.



3.- El modelo de gasto

Las parejas no suelen pelear por los ingresos sino por los gastos. ¿Era necesario ese gimnasio? ¿Y esas botas de montar? ¿Por qué siempre compras foie de pato en lugar de una buena lata de callos? Desde el principio, hay que ponerse de acuerdo en qué desea gastar cada uno y cuánto se pueden permitir.



Si hay desacuerdo, lo mejor es sentarse a dialogar. Además, siempre uno de los dos es más hormiguita (o tacaño) y el otro más despilfarrador (o generoso). No hace falta adoptar las costumbres del más ahorrador o del más gastón, sino llegar a un compromiso. En eso se basa el matrimonio.



4.- Cuentas corrientes.

¿Una para los dos? Eso no es lo importante: lo importante es escoger cuál es el sistema más eficaz para ahorrar. Si se opta por las cuentas separadas hay que permitir que cada uno pueda saber cómo y cuánto gasta el otro. Algunos especialistas afirman que las cuentas separadas y claras mantienen al matrimonio junto.



5.- División de tareas

Dividir las tareas no significa que uno gana y el otro se lo gasta. A veces los dos están trabajando. O a veces, como ahora, pueden estar en paro apenas se casen. Normalmente, cada uno tiene su cuenta corriente (ver punto 4).



Hay que establecer desde el principio quién asume las facturas domiciliadas como el agua, la luz o el teléfono, o si se reparten entre los dos. Lo normal es que quien más gane, asuma las facturas más elevadas, como la hipoteca. Siempre uno de los dos parece más avispado en negociar precios y facturas baratas, pero esto no debería suponer que la otra persona debe dejar sobre la primera todo el peso de las decisiones financieras. Todos aprendemos a negociar.



6.- Cesta de la compra

La cesta de la compra es como un tobogán al revés. A medida que mejoran las condiciones de la familia, o vienen los hijos, también crece la factura. Puede convertirse en un coladero si la pareja no afronta desde el principio un límite.



Eso nos obliga a ir al súper o a las tiendas, con un presupuesto cerrado, y no pasarse por nada del mundo. No importa de qué cuenta salga: hay que establecer un límite. Eso sí, de vez en cuando, un dispendio especial sirve para disfrutar de las cosas de la vida.



7.- Planes de futuro

Si la pareja deja que la vida siga su curso, se va a encontrar con un montón de facturas inesperadas. Una de las cosas más importantes de un matrimonio es planificar cuánto debe ahorrar, dónde se van a depositar los ahorros, qué viajes se van a hacer (grandes viajes), y cuál va a ser el ritmo de gastos en los próximos 12 meses.



Eso incluye los bienes que desean poseer (coches, equipos de música, televisores) y cómo se van a pagar sin dañar la economía familiar. Para ello hay que buscar una caja o archivador y meter ahí todas las facturas, y revisarlas: organizar los presupuestos generales de tu hogar.



8.- Transparencia:

El mejor consejo para un joven matrimonio es que sean muy claros con el dinero. Comentar todo, revisar las facturas, ver cuánto se ingresa y cuándo se gasta, estudiar la forma de ahorrar. Si los dos se implican, se evitarán problemas. Cuando las cuentas las lleva sólo una persona, tarde o temprano surgirán peleas.





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