Autor: Gustavo Fernández
Las consideraciones señaladas en los párrafos anteriores alcanzan mayor significación si entendemos estas tres proposiciones básicas:
Proposición Nº 1: "El dinero es solamente energía".
La energía es un medio de transformación y cristalización. Es el sustento dinámico sobre el cual se apoyan las transformaciones. Una máquina no funciona si no es alimentada energéticamente, y todo trabajo (en el sentido físico o, mejor aún, mecánico de la expresión) genera energía. Así, con el dinero operamos transformaciones, y nuestro trabajo, como condición fundamental y natural, debe generar dinero.
Si consumo todo un excesivo potencial energético acumulado y no lo repongo, la máquina dejará de funcionar. Pero si saturo de energía un sistema, lo colapso. Produzco un cortocircuito. La excesiva acumulación de energía, como fin en sí misma es potencialmente peligrosa. Y lo mismo ocurre, para ambos casos, con el dinero.
Proposición Nº 2: "Acumulamos cosas por miedo a desaparecer en la nada"
Muchas veces nos hemos preguntado qué ocultos mecanismos psicológicos apuntan y empujan a la gente a la acumulación material. Al profundizar, descubrimos que la respuesta es sólo una: dejar muchos bienes es una afirmación de nuestro paso por el mundo. Ya que instintivamente tememos que a la desaparición física de la muerte le sobrevenga un eterno Vacío, entonces, sólo nuestro recuerdo en los demás y en el mundo será el tímido intento de sobrevivir alegóricamente. De no ser así, ¿porqué la costumbre milenaria de levantar mausoleos, construirnos panteones y monumentos funerarios?. O aquella otra de reemplazar periódicamente las flores de las tumbas, concurrir al cementerio cíclicamente (más que periódicamente) y sujetar a los seres queridos a tediosas, traumáticas y prolongadas formalidades administrativas con lo que ya no es más que un cuerpo regresando a la Naturaleza. Como tenemos miedo a la Nada y, tal como señaláramos, las cosas materiales las sentimos como el anclaje al mundo (es decir, a lo que erróneamente suponemos como
Realidad
) acumulamos propiedades, títulos, bienes que dejen huella de nuestro paso. Nos afirmamos así, reuniendo cosas. Y como la cosa tiene la esencia (subjetiva) de lo inmutable, inconscientemente somos la inmutabilidad de las cosas que acumulamos. Por eso, el comerciante que durante años vegetó en una tienda, aún frente a una excelente oportunidad de renovarla y recomenzar más venturosamente, se aferra a su negocio naufragado. O el empleado al que ofrecen promover a un mejor puesto, duda y tiene miedo de abandonar lo poseído. Y por eso, cuando alguien cambia con facilidad (de empleo, de carrera o lo que fuere) desconfiamos, y en vez de entender su búsqueda hablamos de
"irresponsabilidad" o "inconstancia".
Creemos que la fosilización es coherencia y confundimos la adaptabilidad al cambio con talante errático.
Proposición Nº 3: "Todo mal momento finalmente queda atrás"
La sabiduría popular lo expresa de otra forma: "Siempre que llovió, paró". Que es tanto como asumir que ese problema económico al cual estamos supeditando nuestra vida y que se presenta como un muro infranqueable cuya sombra se extiende amenazadoramente sobre nuestro aquí y ahora, pese a su carga de angustia, no es un muro sino sólo una tormenta, y la tormenta pasará. De una u otra forma, pasará. Porque cuando nos asfixia el problema, olvidamos que
siempre habrá un después.
Olvidarlo es el problema. Ahora unan estas proposiciones y comprenderán el porqué de relativizar las cosas.
Ante un problema que nos angustia, es una efectiva técnica preguntarnos qué es lo peor que puede suceder. Visualizarlo. Aunque incomode -y vaya si lo hará- explorar mentalmente sus características. Y entonces salir de la visualización y darnos cuenta que, si eso es lo peor, de allí para aquí toda mejora es posible. Porque por el componente emocional que ya he descripto, lo que nos angustia está intrínsecamente vinculado al desconocimiento de las consecuencias. Aún sabiendo lo peor, eso peor duele menos. Estamos liberándonos. Porque lo que mata no es una negativa: mata la incertidumbre. Es como cuando estamos ansiosos por no saber si solicitar o demandar algo que deseamos, temiendo un rechazo. El "no" ya lo tenemos, así que de ahí para aquí sólo podemos mejorar.
DEL ESTANCAMIENTO AL CRECIMIENTO
Las afirmaciones señaladas apuntan a ilustrar el hecho de que mejorar una situación es, por definición implícita, una actitud (en el sentido de "acción en la acción") de crecimiento. Y el crecimiento para ser tal, o cuando menos, para que sea lo menos entrópico posible debe encauzar algunas exigencias básicas, por ejemplo, máxima "perfomance" (que el mínimo de energía produzca el máximo de resultados) y minimizar esfuerzos que conduzcan a callejones sin salida, erróneos resultados u objetivos mediocres.
Esas exigencias sólo serán satisfechas si metodizamos, es decir, racionalizamos, nuestra actividad. Y como dijéramos, todo es una cuestión de actitud, por lo que esa racionalización no consistirá en ahorrar (esfuerzo, dinero, tiempo) o menoscabar nuestras metas, sino en apadrinar con la lógica nuestras acciones. Al igual que en lenguaje informático de una computadora, donde el resultado no es el efecto de una liturgia mágica sino de un proceso (el "programa") absolutamente racional, con acumulación de datos, creación de asociaciones originales entre ellos, reducir a cero la posibilidad de error... que es precisamente todo lo que necesitamos para llevar adelante exitosamente nuestras actividades cotidianas y cumplir nuestras obligaciones. Ciertamente, no es lo mismo trabajar por trabajar (ejecutar estrictamente lo encomendado para cobrar un sueldo a fin de mes) que trabajar por una motivación. Darle un sentido a la acción la vivifica, la hace trascendente y multiplicante en frutos, porque el sentido es a la acción lo que el alma al cuerpo del ser humano.
Y así como el hombre, si sólo se limita a comer, vegetar y dormir se agota a sí mismo, cayendo en la zona de estancamiento (y sólo entra en el área de crecimiento en la medida que trascienda por sus objetivos) así como una acción laboral hecha sólo por sí misma ("trabajo sólo porque debo hacerlo" de la misma manera que el hombre del ejemplo recién citado existe sólo porque no tiene otra alternativa) pierde interés, se hace estresante porque se agota en sí misma. Y al hacerse estresante, se deprime energéticamente. Se pierde la perfomance. Mínimos resultados con máxima energía.
Pero doten a esa acción de un "alma" -un sentido- y su trascendencia la llevará a multiplicar su efecto de positividad en todo lo que con ella se concatene. Entonces, el trabajo no estará simplemente "ahí", como un castigo. Será el elemento generador y transformador de otros aspectos de nuestras metas.
Generador, porque nos llevará a buscar su lado agradable o sus aristas más redituables, ya que nuestro compromiso con él es inexcusable: sólo podemos hacer todos los días, seis, ocho o más horas, una misma y sola cosa: trabajar. No podemos gratificarnos comiendo durante ocho horas, o haciendo el amor durante ocho horas todos los días. A veces, ni siquiera podemos dormir ese tiempo, de resultas de lo cual concluímos que debemos forzosamente cambiar la actitud hacia el trabajo para que, mutando al mismo tiempo nuestra disposición anímica hacia el mismo, cambien los resultados. Así como la flor del loto crece entre la putrefacción y la materia fecal, así, en el trabajo más ruin, más mal pago y rutinario, el individuo con actitud produce dos aspectos significativos: llama la atención y contagia, si tiene perseverancia. Y si usted cree carecer de esto último, reflexione: la voluntad es la mera consecuencia de la fidelidad a la propia motivación.
¿Acaso porqué cree que los fanáticos en cualquier aspecto son tan perseverantes, aún a riesgo de sus propias vidas?. Porque creen haber encontrado una misión que les da sentido a éstos. Y es sorprendente lo que a veces pueden conseguir.
Por otra parte, el sentido en la acción hace que la energía que fluye por aquella no se disperse en múltiples direcciones. Y en el trabajo, la energía es el dinero y uno, el transformador. Así, hay una identidad entre nuestra imagen simbólica en función del trabajo (que moviliza energías inconscientes) y la energía que el trabajo libera (el dinero). Si la primera es errónea, o está débilmente estructurada, la segunda escasea. O para decirlo con palabras del Lama Tarthang Tulku Rimpoche: "Al negar la expresión de nuestra energía en el trabajo nos trampeamos inconscientemente, negamos la oportunidad de realizar nuestra propia naturaleza, negando a otros la contribución, de carácter único, que podemos hacer a la sociedad".
En este punto usted se preguntará cuál es el proceso -siempre considerándolo cibernéticamente- para introducir un cambio de actitud. Esta reprogramación surge como consecuencia de no continuar la lectura de estos apuntes hasta leer y reflexionar sobre los cuadros siguientes, porque en ellos se encuentran codificados los datos que permiten formar los condicionamientos socioculturales anteriores (los de la zona de estancamiento) para pasar a los de la realización individual (la zona del crecimiento): Minuta 1
MARQUE LAS CARACTERÍSTICAS QUE CORRESPONDEN A SU TRABAJO:
1- Es cansador
2- no me gusta
3- No es redituable
4- Es aburrido
5- No tiene futuro
6- No tiene sentido
7- Es amenazante (el jefe, los otros compañeros, los clientes)
8- Lo puedo perder (crisis, errores, cierres)
9- Me toma demasiado tiempo
Minuta 2 MARQUE SU/S ESTRATEGIA/S COTIDIANA/S (HASTA HOY)
1- me comprometo lo menos posible
2- pongo el menor esfuerzo posible
3- soy superficial
4- soy muy competitivo
5- soy demasiado escrupuloso
6- soy inescrupuloso
7- manipulo a los demás
8- me dejo manipular
9- me reservo. No lo hago "a full"
10-busco distracciones
11-aprecio poco el resultado de mi esfuerzo
Minuta 3 MARQUE EL/LOS RESULTADO/S DE SU/S ESTRATEGIA/S
1- no veo los beneficios que me aporta
2- demasiadas penas
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3- alto costo en horas mal vividas
4- discurre el tiempo esperando soluciones "de afuera" (cambio de trabajo, el viernes, las vacaciones, el aumento, la jubilación).
5- Disminución del compromiso por la vida.
6- Olvido progresivo del enorme potencial propio
Minuta 4 REFLEXIONE
El trabajo es una faceta más de la vida, pero por la cantidad de horas que se le dedica y la ingerencia económica en aquella, es demasiado importante, y así como la Luna refleja la luz del Sol, otras facetas de nuestra vida sólo reflejan las actitudes tomadas en el mismo. Y las estrategias que habitualmente desarrollamos en el trabajo así como los resultados de su aplicación, son los que extendemos a otros aspectos de nuestra vida: la familia, los amigos, el tiempo libre, con lo cual se multiplican sus efectos. Su relación con el trabajo, según señaló en las minutas anteriores, dice mucho -aunque no le guste- de su relación con la vida, por identificación o por oposición reactiva.
Ejercicio 1
Trate de desarticular, racionalmente y por escrito, la argumentación general presentada en esta lección.
Ejercicio 2
Ídem, con el proceso de las cuatro minutas, en particular.
Ejercicio 3
Responda por escrito el siguiente cuestionario y guárdelo para leerlo dentro de algunos meses: percibirá cómo cambia su concepción de las respuestas, señal que la semilla del crecimiento ya ha comenzado a germinar:
a) ¿qué diferencia percibe entre "Ser..." y "Trabajar de ..."?.
b) Recuérdese a usted mismo hace diez años. ¿Cuán diferente es?. Esa persona y la que usted es hoy, ¿serían amigos si se encontrasen?. ¿Qué les gustaría y qué les disgustaría a uno del otro?. ¿Cómo llegó a ser lo que es hoy?. Aquella, ¿podría ser empleada de usted, hoy?. ¿Y su jefe?.
c) ¿Cómo cree que llegará a ser dentro de diez años?. ¿Lo que hace usted hoy, lo permitirá?. ¿Qué cree que pensará usted dentro de diez años de aquél que es hoy?. ¿Por qué no lo piensa ya?. ¿Cómo habrá actuado usted para producir los cambios que espera que sucedan?. ¿Es realmente lo que usted quiere?. Y, ¿cuándo ha de empezar?.
Minuta final
ESTAS NO SON REFLEXIONES: SON ÓRDENES PARA LA ACCIÓN
1- El miedo no desaparece evitándolo, ya que así sólo desconocemos aún más lo que lo genera, y el miedo es hijo de la ignorancia. El miedo desaparece contactando de lleno con lo que creemos que lo produce (la entrevista laboral, la cita comercial, etc.) y así percibiendo su naturaleza vacía, transitoria, confusa.
2- Lo aburrido, pesado o sin sentido sólo deja de serlo cuando quedó en el pasado. Darse totalmente, entonces, a él, para superarlo y trascenderlo.
3- No malgastar energías en discusiones, distracciones, reflejos autocompasivos: sólo hay una dirección en la que podemos caminar en la vida, y es hacia delante.
4- Lo que obtenemos del trabajo es de la misma calidad de lo que ponemos en él.
5- Estar en el momento, ni antes, ni después. Cada situación es un momento irrecuperable y, después de todo, hoy es el primer día del resto de nuestras vidas.
6- Planear cada acción, cada paso, cada día, disipando así la sensación que "hay mucho por hacer" y que "no me alcanza el tiempo".
NUEVAS PROPOSICIONES
Proposición Nº 4: Cuando no pensamos en el dinero, éste llega.
O dicho de otra forma: basta que ustedes busquen ansiosamente una suma de dinero, que pasen las noches en vela preocupándose por él, lamentándose y pensando sólo en ello, para que el objetivo monetario no sea alcanzado. Pero propónganse un comienzo de la acción por la acción en sí de donde emane como subproducto el dinero, y caminen sin titubear en ese sentido, y lo conseguirán. Porque como el dinero es sólo un símbolo, es decir, algo que representa otra cosa y no La cosa en sí misma, la mente, que en estos procesos moviliza fuerzas impresionantes, latentes e inconscientes, no puede "densificar", hacer material, esta idea. (Para más información sobre este punto, consultar mi artículo "Principios fundamentales del Universo" - "Ley del Mentalismo" en la revista electrónica "Al Filo de la Realidad", número 5, miércoles 7 de junio del 2000, artículo "Fundamentos científicos del Ocultismo")
Proposición Nº 5: El dinero llega cuando uno hace lo correcto
Ya dijimos que el dinero es energía. En sí no es nada y no tiene más definición que la de "significante de una transacción": no es una cosa, sino un acto. Una energía. Y nadie puede aferrarse a una energía. Podemos tratarla bien pero no aferrarnos a ella. La energía no es tal a menos que sea usada, y no puede ser usada a menos que dejemos que circule. Y si se acaba, nada es realmente trágico. Sólo hay que generarla de vuelta. Y el reflejo, consecuencia del sentido general de nuestras acciones hasta ese punto, es parte de la mecánica universal de toda energía.
Por lo tanto, el dinero aparece cuando uno hace lo que corresponde. Y hacer lo que corresponde (ya que tan difícil es juzgar moralmente en este sentido lo que está bien o mal) es hacer lo que le guste sin que moleste a los demás. Preocúpese entonces sólo de su habilidad o competencia para hacer tal o cual cosa, pero nunca se preocupe por el dinero que hacer: enganchará su mente a un arquetipo simbólico vacío de contenido y, por lo tanto, inmaterial (es decir, irrealizable).
Proposición Nº 6: El dinero es un estado mental
Podemos ir detrás de él como si fuera algo real y tangible, pero es fantasía, un sueño. Cuando lo conseguimos, nos damos cuenta (o deberíamos darnos cuenta) de que hemos cambiado significativamente en el proceso de obtenerlo. Nos volvemos parte de ese objetivo, o mejor dicho, objeto dado que el objeto en cuestión es un espejismo, terminamos viéndonos muy diferentes a aquello que deseábamos ser.
La respuesta correcta
De las cinco figuras que aparecen abajo, seleccione aquella que sea realmente distinta a todas las demás:
A B C D E
¿Cuál de estas cinco figuras es realmente distinta de todas las demás?.
Si usted eligió la figura B, felicitaciones: su elección es la correcta. La figura B es la única que tiene sólo líneas rectas. Puede darse unas buenas palmadas en la espalda. Ahora bien: si usted eligió la figura C, pensando en que es la única que es asimétrica, también tiene razón. C es la respuesta correcta. Lo mismo puede decirse de la figura A. Es la única que carece de discontinuidad. Por lo tanto, a es la respuesta correcta. ¿Y qué ocurre con D?. Es la única que tiene tanto una línea recta como una línea curva. De modo que D es la respuesta correcta... al igual que las anteriores. Respecto de E, es la única que es la proyección de un triángulo no euclidiano en un espacio euclidiano. Por lo tanto, también es la respuesta correcta. En otras palabras, todas son correctas según distintos puntos de vista.
No obstante, la mayor parte de nuestro sistema educacional está orientado a enseñarnos que hay una sola respuesta correcta.
Para la época en que una persona termina la Universidad, habrá pasado por miles de tests y exámenes, muchos de ellos similares al que hemos presentado aquí. El clisé "respuesta correcta" ha echado firmes raíces en nuestro pensamiento. Ello puede ser muy útil para algunos problemas matemáticos en los que de hecho sólo hay una respuesta.
Lo problemático es que la mayor parte de la vida no se presenta de ese modo. La vida es ambigua; y tiene muchas respuestas correctas, todas ellas dependientes de lo que estamos buscando responder. Pero cuando pensamos que hay una sola respuesta entonces dejamos de buscar apenas encontramos una (la primera de las respuestas).
En el período de diez años que abarca la enseñanza elemental, no sólo aprendemos a encontrar la respuesta correcta sino que también perdemos la capacidad de buscar más de una respuesta. Aprendemos cómo ser específicos, pero perdemos la mayoría de nuestro poder de imaginación. Lo cual me recuerda una historia sufí:
Dos hombres tuvieron una discusión. Para llegar a un acuerdo, acudieron a un juez sufí para que sea su árbitro. El demandante presentó su punto de vista en forma elocuente y persuasiva. El juez asintió aprobatoriamente y dijo: "Le doy toda la razón". Al escuchar esto, el otro exclamó: "Espere un segundo, señor Juez, pues usted no ha escuchado aún mi opinión". Y se dedicó a exponerle con mucho cuidado y una profunda convicción. Al terminar, el juez dijo: "Le doy toda la razón".
La práctica de buscar la única respuesta correcta puede tener serias consecuencias sobre el modo en que pensemos y enfrentamos a los problemas, y cuando nos topamos con ellos generalmente reaccionamos tomando la primera, lo cual nos inhibe de ver las opciones alternativas que podrían presentarse.
Por eso, ante la segunda respuesta del juez, su secretario se acercó y le dijo: "Disculpe, Su Señoría, pero no es posible que ambos hombres tengan la razón". A lo que el juez respondió: "Le doy toda la razón".
Es entonces una regla fundamental no detenerse al encontrar la primera solución, pues seguramente no será la única y reducirá el campo de nuestras manifestaciones en el mundo material.
Consultas: gusfernandez21@yahoo.com.ar
www.alfilodelarealidad.com.ar
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